MUSICA EN INFANTIL

Los alumnos de Infantil se sienten atraídos por la música. Partiendo de ese interés, tenemos que enseñarles a viajar por el mundo de los para que aprendan a apreciar los distintos aspectos que forman la música, usando todos los recursos posibles.

El hombre es un ser que nace inmaduro en cuanto a la mayoría de sus funciones más importantes... excepto la de escuchar. El feto está a la escucha: su oído le ofrece información de lo que va sucediendo a su alrededor. Como una gran antena, quiere captar todo aquello que le interesa, y lo que oye, a veces le agrada y a veces no.

El futuro bebé establece una comunicación y un vínculo afectivo muy fuerte con su madre. Su sistema auditivo está completo a partir de las 24 semanas, posibilitando que le puedan llegar numerosos estímulos desde dentro y desde fuera del útero.

En un primer momento del desarrollo, el feto no percibe específicamente los sonidos a través de su sistema auditivo, sino que la percepción es táctil y global, pues son las vibraciones las que masajean al feto. Puede decirse que escucha con todo su cuerpo, algo que evolucionará con el tiempo. En estos momentos, surge la primera experiencia de seguridad, de calor y de presencia al escuchar la voz de su madre y el latido de su corazón.

El alumno de Educación Infantil parte de unas disposiciones necesarias e inherentes en su naturaleza como son: su afán de experimentar, sus ganas de jugar, su gran capacidad emocional, el gusto por aprender y explorar y su gran imaginación.... Algo que debemos aprovechar para introducirle en el maravilloso mundo de la música.

El movimiento continuo es otro aspecto importante en estas edades. Hablar, balbucear, canturrear, moverse, bailar, jugar, seguir la pulsación o el ritmo de una melodía, son actividades propias de esta primera educación musical.

Para los momentos de relajación, de más tranquilidad, el alumno puede estar unos minutos dedicado a la escucha activa de diversos fragmentos de piezas musicales de diversos compositores, o de nanas orquestadas o cantadas. Esto desarrollará su capacidad de concentración, de discriminación, su memoria musical y le hará sentirse más tranquilo.

El cuerpo humano es un maravilloso receptor que recibe las informaciones estéticas de la música y las convierte en emociones. Es también un emisor que crea melodías y ritmos muy variados. La influencia que ejerce la música en las personas está condicionada por diversos elementos o aspectos.

Dentro de Educación Infantil, el alumno necesita músicas diferentes para cada momento del día, dependiendo de su actividad. Hay momentos en que está más relajado y no podemos ponerle ritmos muy rápidos, o con cambios bruscos de volumen. Por otro lado, para el momento del juego, puede escuchar piezas de música más alegres y movidas que le lleven a seguir el ritmo o la pulsación. No necesariamente ha de ser música clásica.

En el mercado existen diversas colecciones de música para cada momento del día. También para introducirse en el mundo de la música clásica, hay colecciones que abarcan los periodos más relevantes de la historia de la música, donde se cuentan anécdotas sobre las distintas épocas y compositores, a la par que se escuchan fragmentos de obras clásicas.

Desde aquí, proponemos dos actividades muy motivadoras y fructíferas:

1.- Son muy interesantes los juegos de declamación: recitar una frase o la letra de una canción, según diferentes estados de ánimo, triste, enfadado, muerto de risa, con miedo, con timidez, enérgico, como una pregunta, como una exclamación, sorprendido, etc. Esta actividad resulta muy divertida y siempre produce risa y relaja a los que participan. Puede realizarla toda la clase.

2.- Para tocar un instrumento, para cantar e, incluso, para hablar correctamente, hay que controlar adecuadamente la respiración. Un juego sencillo para ello, consiste en soplar con una pajita sobre una bolita haciéndola recorrer un camino marcado en el suelo (carreras de bolitas), hinchar globos...
También se pueden realizar otros juegos sensoriales: pegar los labios a un globo hinchado y hablar, o notar las vibraciones al hablar otra persona.